pseudo fantástico


raquítico. 

extasiado en el espacio melancólico que duerme en el infierno, 

el adivinador concluía que la poesía filosa, 

se lee en vertical la línea y une la paradoja del tiempo circundante. 

qué nos queda, preguntaba la voz que retumba en los huesos del cráneo. 

nos queda ese cuarto de hora, 

ese cuarto de hotel, 

ese cuarto de piedra, 

en donde el invitado encontró los indicios, 

indiferentes ante el ojo que no quería ver lo que veía 

cuando se descorporizó el vapor efusivo y estranguló a la vizca criticona. 

la forma debía trascender el paradigma de las cuotas de alquiler atrasado. 

la imitación comía algo diabólico, extrañado de sí. 

aquel extracto que deconstruye un objeto oscuro 

contracturado por la parafernalia de no decir nada y decir algo al mismo tiempo. 

una desesperada intención a toda potencia de pivote 

que hace el grito 

cuando cae en desconcierto de la lingüistería enmudecida por el corset que la desborda: 

un vómito radical.


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